Mis últimas vacaciones dejaron unas señales que no olvidaré, al menos durante un tiempo. Los mosquitos tuvieron la amabilidad de utilizar mi sangre para el sano ejercicio de la procreación, de sacar adelante su estirpe.
Pero mi amor por la naturaleza
no llega hasta el punto de aceptar humildemente tan molestos ataques. Además de
las picaduras, los mosquitos son fuente de propagación de enfermedades, ahí
dependerá del tipo de mosquito y la zona donde se encuentre: malaria, dengue,
fiebre del Nilo…
Por lo tanto me alegra
saber que los científicos están avanzando en el estudio de este insecto. Cuanto
más sepamos de ellos, más fácil será combatirlos.
Ahora las investigaciones se centran en la forma de volar de los machos, fundamentalmente hacia las hembras, y de su capacidad visual.
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Estamos en un punto en
que la efectividad de los insecticidas va disminuyendo para controlar las
poblaciones de insectos perjudiciales y en cambio afecta de manera negativa a
otros seres vivos.
El poder hacer trampas
y señuelos para intentar evitar la procreación de este bichito chupasangre es
esencial.
Yo os dejo un
interesante artículo al respecto con referencias concretas hacia el mosquito
que transmite la malaria. Ah, y ya sabéis pican las hembras para que la sangre
que succionan ayude a dar un aporte proteínico a los huevos que pondrán.
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