La costa del mediterráneo española tiene o tenía una intensa red de itinerarios para poderlos hacer a pie.
Desgraciadamente, he dicho tenía porque muchos de esos
caminos no están transitables por diversos motivos: no se han restaurado
después de inclemencias del tiempo, han sido invadidos y cerrados por casas y
chalets construidos junto al mar o directamente han sido borrados por proyectos
urbanísticos de gran tamaño.
También es posible que alguno de estos senderos no haya
tenido apoyo de infraestructura básico para poder hacerlo viable: construcción
de un puente peatonal, sortear una carretera…
Hoy nos vamos hasta la ciudad costera de Calpe. Allí, al
norte de la playa de la Fossa, y junto a la cala de Calalga, parte un caminito
de apenas 1 kilómetro, bien cuidado y señalizado que nos da una bella imagen de
esta costa alicantina.
El sendero en cuestión termina pronto, justo donde una carretera acaba con él, pero si bajas unos cuantos metros comienza otro sendero de aspecto similar e igualmente cuidado y señalizado.
Este ya pertenece al municipio de Benissa. Pasaremos por calas de aguas turquesas y podremos hacer un descanso en la pequeña playa de la Fustera, absolutamente recomendable, aunque tiene una auténtica barrera de rocas a 2 metros de entrar en el agua, pero si la salvas, sin demasiadas magulladuras, la playa vuelve a ser terreno favorable.
Llega un momento, a los más o menos 3 kilómetros de la
salida que el camino está interrumpido, sería una temeridad intentar seguir por
allí.
Luego existen más caminos similares más al norte pero
tendríamos que acceder a ellos en coche o andando un buen tramo por el
interior.
Los carteles explicativos de la fauna y la flora son muy
completos y dan una visión clara y sencilla de lo que estamos viendo.
Es una lástima que este tipo de caminos dependa de presupuestos
locales y no se implique la Comunidad Valenciana en una restauración completa y
continuada.