NO ERA UN TRABAJO
CUALQUIERA
Estos días, gracias a Hollywood, se vuelve a oír hablar
mucho de la Little Boy y Fat Man, las dos bombas atómicas que lanzó EEUU sobre Japón
en la Segunda Guerra Mundial.
Hacer una bomba de esas dimensiones, y en aquellos momentos,
requerían de una amplia mano de obra. En concreto, para Little Boy, la bomba de
uranio, necesitaron el trabajo de 10.000 mujeres que manipulaban un aparato
llamado Calutrón. Esa máquina se ocupaba de fabricar los isótopos de uranio que
se usarían posteriormente en la bomba atómica.
Esas mujeres hacían un trabajo delicado, de precisión,
silencioso y sigiloso. Ninguna de ellas era informada de la finalidad del
trabajo que estaban haciendo y si alguna era especialmente curiosa le costaba
su bien remunerado empleo.
MEJOR MUJERES
Se prefirió a mujeres en este empleo porque vieron que su
trabajo era más efectivo que el de científicos cualificados que se quedaban
demasiado absortos en el trabajo tecnológico que tenían entre manos.
Se decidieron a contratar a mujeres jóvenes, para realizar
un trabajo sofisticado (por la maquinaria utilizada), pero no tan complejo en
la realización de las operarias. Atención y detalle, nada más. Bueno, sí, y lo
dicho anteriormente, silencio, mucho silencio.
LA CONCIENCIA
Cuando la bomba cayó sobre Hiroshima, las jóvenes fueron
debidamente informadas de cuál fue su aportación.
Muchas se sintieron responsables de una gran matanza, otras
pensaban que colaboraron como heroínas a un final de la guerra “necesario”.
https://www.bbc.com/mundo/articles/c4nvj0njy07o