Hace unos años, durante los veranos, solía tener interesantes conversaciones, aunque breves, con un empleado de la gasolinera que está al lado de mi casa en el pueblo donde paso una parte importante del año. Esa casa que me acerca a la naturaleza, la que me hace verme a mí mismo más pequeño, más insignificante, pero al mismo tiempo más integrado en un todo ambiental del que intento ser plenamente respetuoso.
Ese muchacho era un coleccionista nato de todo tipo de
animales y bichos. Yo creo que los trataba con cariño, a pesar de tenerlos “secuestrados”
y alejados de su nicho natural.
Unas de sus mascotas preferidas eran las hormigas. Tiene un montón y las estudiaba y observaba con mimo y delicadeza.
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Hoy, no os traigo a esta sección a mi gasolinero, sino al
hombre que más ha estudiado a las hormigas. Se trata de Edward Wilson.
Fue un precursor de la defensa ambiental, a pesar de que a
veces se discutieran sus métodos de estudios, por ser algo bruscos y violentos.
Merece la pena leer este artículo, que está brillantemente
escrito. Además, os adentrareis en otra polémica que siempre tenemos ahí.
¿Hasta qué punto las opiniones y las opciones de conciencia afectan a la
reputación profesional de una persona? Vosotros tenéis la palabra.
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