31/05/2024

TARJETAS I

 

HABITACIÓN 312                                                       ANTONIO LLOP

“En la habitación 312 hemos encontrado una cámara de vídeo orientada hacia la cama”.

Marcelo Sancho, el subdirector del hotel Esperanza, recuerda con preocupación las palabras que la mañana del día anterior le dijera la gobernanta de la planta tercera. Pero, ahora tiene que esforzarse por olvidar. Está en la sala de conferencias de su establecimiento, improvisada como aula de examen. Elegirá cinco candidatos entre los más de veinte que se han presentado para puestos de recepcionista.

Desde el estrado mira las mesas alineadas donde los aspirantes realizan la prueba escrita. La convocatoria está restringida a empleados de la casa: Camareras de piso, personal de mantenimiento, camareros de bar, empleados de cocina y personal de seguridad. Precisamente, al final del día anterior, el jefe de seguridad ya le traía a su despacho las primeras investigaciones sobre el incidente de la 312.

-En recepción no tenían constancia de haber asignado esa habitación a nadie. Oficialmente estaba vacía. La cámara que encontraron se manipulaba desde el cuarto de la ropa contiguo. Pero no hemos encontrado ni rastro del dispositivo de recepción de imagen. El archivo fotográfico sería retirado por el espía. No le daría tiempo a desinstalar también la cámara por la inesperada inspección de la gobernanta.

-¿Alguna sospecha sobre el autor? –preguntó Marcelo.

-Desde luego fue personal del hotel, de los que tienen duplicados de las tarjetas de acceso a las habitaciones -contestó el detective. Y añadió bajando la voz-: Y ¿sabe usted quien se hospedaba allí? Uno de los vocales del Tribunal Supremo.

El jefe de seguridad concluyó:

-Para mí es un claro intento de extorsión. No me extrañaría que al señor magistrado le hubieran metido en la cama a una pilingui, a saber con qué intención.

Marcelo torció el gesto. Antes de que su subordinado saliera de su despacho le dio una orden que el detective acogió con extrañeza:

-Investigue a los empleados por si alguno tuviera antecedentes de trato con estupefacientes.

Ahora, desde su mesa de examinador, se siente impotente. Sólo le queda esperar que el chantajista dé la cara. Se levanta y pasea por entre las mesas. Todos los aspirantes sobre el papel. Alguna muchacha con unos centímetros menos de falda le mira insinuante. Si supieran. Marcelo sonríe amargamente.

Ya se lo dijo en su día el director cuando le confió la misión de seleccionar al nuevo personal: “No quiero desviados. Los hombres, hombres, y las mujeres, mujeres”. Por eso él fuerza constantemente rasgos viriles. 

Algo que no le sirvió tres años antes. Le desarmó el brillo en los ojos del vocal del Supremo cuando vino por primera vez. Entonces era sólo un juez de prestigio y Marcelo el jefe de los recepcionistas. Sucedió al pedirle la documentación. El cruce de miradas de dos personas con el mismo problema, los dos acostumbrados a fingir. Aquel deslumbramiento mutuo tuvo su continuación de madrugada en la habitación asignada al magistrado.

El siguiente encuentro no tuvo esa urgencia. Cuando el juez vino a Madrid Marcelo ya le tenía preparada una habitación entre las desocupadas del hotel. Y hasta el siguiente pleno.

Pero este año todo había sido distinto. A la mañana siguiente del encuentro, Marcelo, como otras veces, esperaba en su despacho que su amante viniera a despedirse cuando llamó a la puerta la gobernanta con la terrible noticia.

El rostro del juez palideció cuando acto seguido Marcelo le contó el incidente minutos después. El asunto era grave. Dentro de tres días verían el recurso de un conocido mafioso condenado en primera instancia por tráfico de drogas. Se esperaba una votación apretada en la que un voto particular podría resultar decisivo. 

Marcelo vuelve a su mesa. Ha de ocupar de nuevo su puesto porque los aspirantes ya entregan los exámenes. Está confundido. Al día siguiente se verá el recurso en el Supremo y los traficantes no han dado señales de vida. Tal vez no hayan podido grabar nada aprovechable. Tal vez aún pueda salvarse del escándalo junto a su amigo.

Alza la vista. Otras hojas entregadas por otro candidato. Esta vez escasas y mal ordenadas. La mano firme que las sujeta, casi las arruga. Y tras la mano una camisa de rayitas blancas y azules. Una camarera de habitación de las que forman parte del paisaje; esa persona que cruza los pasillos con su carro de ropa, desapercibida, camuflada en su insignificancia; esa empleada a quien se le pide arreglar una habitación como se pide un café al camarero.

-Señorita, ¿qué significa este examen? Si no está usted preparada no debería pretender un puesto superior. No perdería usted su tiempo ni nos lo haría perder a nosotros.

-Usted dice eso porque no ha leído el examen hasta el final –contesta la candidata con una sonrisa-. Allí está lo más interesante.

Marcelo mira las hojas con temor, con esa premonición del que presiente la fatalidad. Y tras la rúbrica que cierra la prueba las palabras temidas: “Habitación 312”.

 

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YESTERDAY                                                                           MANUEL GIL

 

            - ¡La tarjeta! No me lo puedo creer, es la tarjeta que busqué hasta la extenuación, ¡Joder!  La de veces que me he flagelado por ser un puto desastre, y perder la mejor oportunidad de mi vida.

 

Exclamó Jorge, al encontrarla entre la madera y el paspartú del marco de un cuadro que pintó de adolescente y que le enmarcó su madre para su habitación. Debió colarse hasta hacerse invisible.

 

             - Tantos años preguntándome qué alineación de astros se produjo para ponerme el cielo al alcance de la mano y despacharme al purgatorio de una patada en el culo.

 

Gloria Suelves, restauradora de arte, y un teléfono móvil, sobre una superficie de cartulina con un toque de elegante diseño.

 

La acarició con suavidad y su mente voló veinte años atrás, al 30 de mayo de 2004. Fue en la cola del concierto de Paul McCartney en el estadio de La Peineta, sí, el que ahora es el de su Atleti, Allí la conoció, haciendo cola horas antes del comienzo. ¡Era tan guapa! morena de pelo corto y unos preciosos ojos verdes. Iba sola, como él. Los dos amaban a los Beatles, hablaron y hablaron, parecían compartir todo y tuvieron la sensación de haberse estado esperando toda la vida.

 

Ella estaba eufórica. Se había regalado el concierto como premio de fin de sus estudios de restauradora. Le habló con entusiasmo del arte, de cómo lo sentía, de cómo lo vivía. Él por su parte le habló de su atasco con la carrera de derecho y de su incapacidad para situarse en el futuro.

 

El concierto los transportó a otra dimensión, bailaron bebieron, cada vez más cerca el uno del otro hasta que en el “Yesterday” acabaron besándose apasionadamente.

 

Todos los tópicos de las historias románticas parecían haberse conjurado en esa noche de mayo, como si la mano de un escritor especialista hubiera preparado los ingredientes. Luna llena, aire cálido, esa música que invadía cada recoveco de sus sentidos…

 

Y sí, los tópicos se hicieron realidad. Tras el concierto, en el parque “El paraíso", a la luz de la luna. Hubo amor, hubo sexo, hubo promesas, dicha desbocada. En definitiva les invadió una sensación que nunca antes habían sentido.

 

En la despedida ella le tendió orgullosa la tarjeta que había preparado para su aterrizaje en la vida profesional. Él la guardó con mimo con la promesa de llamarla al móvil que aparecía en ella al día siguiente mismo, porque aún no se había ido y ya empezaba a echarla de menos.

 

Despertó muy tarde, tenía resaca, pero algo bullía en su interior. Le pidió el móvil a su hermano, el suyo lo había perdido hacía unos días y buscó la tarjeta para llamar a Gloria.

No pudo encontrarla, revolvió cada centímetro de su habitación, de toda la casa, pero todo fue inútil.

 

Ahora con veinte años de retraso la tenía en la mano y tras contemplarla durante largo tiempo, cedió a una tentación.

 

            - Galería Suelves, buenos días dígame…

            - Esto, mmm ¿eres Gloria?

            - Sí, dígame, ¿Con quién hablo?

            - Soy Jorge

            - ¿Qué Jorge? ¿Nos conocemos?

            - Verás, yo buscaba una obra de arte…

            - ¿De mi galería?

            - Es una obra de arte, que perdí un 30 de mayo de 2004.

 

Se produce un silencio.

 

            - A ver Jorge, sabe que ocurre, que el arte es muy fluctuante, cambia de cotización y hay que aprovechar los momentos en que podemos acceder a ciertas obras porque si no, escapan y es imposible conseguirlas después.

            - Tienes razón, pero hay tantas cosas que me gustaría decir.

          - Pues lamento mucho no poder ayudarle, aunque de alguna manera me siento halagada y le diré, que también para mí la fecha en que perdió su obra tiene un significado especial . Buenos días.

          

            - Jorge ¿Todavía no te has cambiado? hay que pasar por el Carrefour y luego recoger a los niños, siempre igual, estás en las nubes.

 

Jorge sonríe tristemente, le da la vuelta a la tarjeta y la guarda en el cajón. Se levanta para cambiarse y “ Yesterday” resuena en su cabeza.

    

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LA CUENTACUENTOS                                                            ARACELI DEL PICO

 

   Las arrugas de una piel curtida reflejaban el paso de los años. Reflejaban su sufrimiento. Y aun así los ojos de Emilia brillaban siempre, llenos de luz y de esperanza. Cada día  al levantarse, metía su mano en uno de los bolsos del mandil, y acariciaba aquella tarjeta arrugada y ya sin letras. El paso del tiempo, los besos que en ella había depositado, y las lágrimas que sobre ella había vertido, habían hecho desaparecer su escritura. Eso no importaba, tenía grabado a fuego su texto y aquella declaración y petición de matrimonio, que Justo, su novio, le proponía en la tarjeta.

 

   Dos días después, una llamada a deshoras y a la puerta de su casa, le llegaba una carta, escueta, con un frio pésame y algunas prendas de Justo, aquel soldado, que le prometió volver y que una bala en la frente, le impidió cumplir su promesa.

 

    Se tapó la cara con las manos y lloró tanto que pensó que nunca más tendría lágrimas para nada ni nadie. Se engañaba. Las lágrimas son caudal inagotable que brota de los recónditos sentimientos. Mientras lloraba, acariciaba su vientre, donde sentía latir el fruto de aquel amor.

Pasó el tiempo y arropada por una vida armoniosa, la bondad se apoderó de ella.

 

   Tenía la generosidad por bandera y era el paño de lágrimas de todo aquel que la conocía. Emilia jamás daba un no por respuesta a nadie que necesitara de ella.

 

-          Emilia, oye que tengo que hacer un madao y no se con quién dejar a los chiquillos. Podrías aguantarlos dos horitas más o menos hasta que vuelva?

-          Caray Josefa que pregunta. Pues claro, donde van a estar mejor que con mis nietos?.

-          Si pero siempre tienes un montón de cosas que hacer y tú ya tienes tres niños a tu cargo y estos dos míos son de cuidao.

-          Quiá, son como todos. Los siento a mi lao, les doy una tostá con pan aceite y azúcar y les suelto un par de cuentos que me invente y pa’lante. Ve tranquila y tarda lo que sea menester.

-          Hija, no sé cómo agradecértelo…

 

   Un rato después estaban los cinco niños juntos y una algarabía resonaba en toda la casa. Hasta tanto llegaba la hora de la merienda, intentaba recoger todo que pudiera ser un peligro para los críos y maquinaba en su mente el cuento que se iba a inventar. Y de cualquier rincón reclamaban su presencia.

 

-          Abu, puedo coger la bici.

-          Emilia, te puedo regar las plantas?

   

   Respondía sí o no dependiendo de la solicitud. Y se miraba al espejo a contemplar su “cara añosa” como así la llamaba ella.

 

    No fue consciente aquel día del tiempo que transcurrió repasando sus recuerdos. Más del habitual. Se le vinieron a la mente los recovecos de juventud. De las dudas que tuvo en aceptar a aquel pretendiente, impuesto, y que resultó ser un marido extraordinario. De tal ensimismamiento, le sacaron las voces de los niños. A gritos respondió. ¡Que ya voy ¡

 

   Y comenzó el ritual del cuento tras la merienda. Las dos cosas fueron celebradas por los chavales, que pedían nuevas historias.

 

-          No queréis otra tostada?

-          Mejor otro cuento.

 

   Cuando Josefa vino a recoger a sus hijos, los niños repitieron una y otra vez lo que habían disfrutado con las leyendas de Emilia.

 

-          Gracias Emilia. Es una bendición tenerte como vecina.

-          Es una bendición tener oyentes como tus hijos. Tráelos cuando quieras.

 

    Se quedó a solas con sus nietos y le preguntaron:

 

-          Abu de donde sacas esas historias. Porque todo es mentira y lo cuentas tan bien que parece real. Cuando nuestros padres vivían antes de morir en ese fatal accidente, les pedíamos que nos relataron cuentos y ellos no sabían. O no querían …

-          Claro que hubieran querido, pero ellos, no habían tenido la fuente de inspiración que tuve yo.

-          Eso no nos lo has contado nunca. Y esa fuente, ¿cuál es?

-          Mejor preguntad, cuál fue. Sentaos ahí, mientras preparo la cena. Y mientras os hablaré, tal como a mi llegó.

 

Y comenzó:

 

Érase una vez una aldeana, que se enamoró de un príncipe. Hermoso y Justo. Se vieron por primera vez en la fuente, que había lejos de la plaza del pueblo. Y a primera vista el príncipe se enamoró de ella. Y ella de él. En la fuente celebraban sus encuentros. La conquistó contándole increíbles historias, mientras tocaba su cítara.

-          Y qué pasó luego, abuela? Se casaron?

-          Pues…, no sé, no recuerdo. Creo que hoy estoy más cansada de lo habitual. Si recogemos pronto, y pronto nos vamos a la cama,  mañana habré recordado el cuento y os prometo relatarlo con todo detalle.

 

   Con tal ilusión, ayudaron a la abuela,  y se fueron a dormir.

 

   Emilia, con pereza soltó su moño. Sacó la deslucida tarjeta del bolso de su mandil y la acercó a sus labios. Mientras miraba con ternura, su foto de novia. Vestida de negro y el ramo de flores silvestres que mantenía en las manos. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, mientras musitaba. Gracias, muchas gracias a los dos.

 

30/05/2024

EL PROBLEMA DE LOS TRES CUERPOS Y LOS EXTRATERRESTRES


La posibilidad de ser invadidos, contactados o, simplemente, registrados por una civilización alienígena, siempre está ahí.

Está claro que no tenemos constancia hasta ahora, pero ya lo decía Fermi, en su famosa paradoja: hay muchas posibilidades de que haya vida inteligente en el Universo, con tal cantidad de sistemas planetarios, pero lo inexplicable es que no se haya producido ninguna evidencia hasta el momento.

No hay pruebas o no hemos sabido encontrarlas. El hecho es que se escribe y se habla mucho a todos los niveles sobre el tema. Lo último la serie de Netflix, basada en el problema de los tres cuerpos.


El problema de los tres cuerpos es aquella teoría física espacial que dice que es muy complicado predecir cómo se moverían tres cuerpos en un mismo sistema orbital. Algo así como la teoría del caos, por impredecible, trasladada al espacio exterior.

Pues como si se tratara de un cóctel, un poquito de paradoja de Fermi, algo de problema de los tres cuerpos, una novela de éxito del ingeniero chino Cixin y una adaptación para una serie de una plataforma de éxito. Agitamos y ya tenemos la polémica, la sospecha, el miedo, el divertimento y la indagación, a punto de caramelo.

 

https://www.publico.es/uwu/viral/que-es-el-problema-de-los-tres-cuerpos-en-el-que-se-basa-la-serie-de-netflix-de-la-que-todo-el-mundo-habla/

https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/hay-alguien-ahi-fuera-busqueda-vida-inteligente-otros-planetas-mas-alla-problema-tres-cuerpos_21951

 

29/05/2024

LAS NUTRIAS MARINAS AYUDAN A COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO

Todo va de ciclos. En esto del cambio climático el ciclo más alterado, aunque al final todos cambian, es del de carbono.

Las nutrias marinas no son devoradoras de CO2, ni mucho menos. Ellas son carnívoras y tienen como plato principal los erizos de mar. Esos erizos a su vez se alimentan de un tipo de alga que sí consume mucho carbono. Entonces, ahí tenemos la aportación, inconsciente, de las nutrias a preservar el entorno natural.


Pero como estaréis pensando, eso apenas supone nada para frenar el efecto invernadero de nuestro planeta. Al menos tenemos que verlo como una estrategia a seguir, y pensar que son muchos los seres vivos que pueden frenar este dislate del cambio climático, principalmente nosotros, claro.

Os dejo un par de artículos, muy interesantes. El segundo de ellos también habla de las aportaciones de otros animales al tema climático.

 

https://www.mestizos.cl/actualidad-animal/2022/01/19/nutrias-marinas-ayudan-a-combatir-el-cambio-climatico.html

https://genv.org/es/cinco-animales-que-pueden-ayudarnos-a-combatir-el-cambio-climatico/#:~:text=Las%20nutrias%20marinas%20son%20guardianas,%C3%A9ste%20colapsar%C3%ADa%20o%20cambiar%C3%ADa%20dr%C3%A1sticamente.


 

28/05/2024

¿CON QUÉ PAGAREMOS EN EL FUTURO?


La evolución es constante. Cuando parecía que llegaba un método de pago muy estable, muy duradero, para siempre, las tarjetas, resulta que la tecnología lo va ir desplazando poquito a poco a un lugar muy secundario.

Ya somos muchos los que hacemos bizum, y no tantos los que pagan directamente con el móvil o con el reloj inteligente. Pues por ahí van los derroteros de pagos.


Y encima a la puerta están otros métodos más revolucionarios y que despiertan resquemores, como todos los inventos, por falta de seguridad: iris, huellas, rostro…Eso sí que es obtener algo por la cara.

El tema de las criptomonedas no parece que se esté afianzando, y tampoco es un método de pago, sino un nuevo concepto de moneda.

En el artículo que os dejo a continuación hay una encuesta hecha a ciudadanos españoles sobre sus hábitos de pago y cómo ven el futuro en este tema.

 https://www.eleconomista.es/tecnologia/noticias/12729400/03/24/con-que-pagaremos-en-el-futuro-tarjetas-smartphones-criptomonedas-o-nuestro-iris-los-espanoles-han-hablado.html

 

CONCURSO

Hoy es fácil. Os pregunto por un medio de pago, de ficción, que a mí me encanta. Os doy solo una pista: Can´t stop the felling. 

No digo más. Me tenéis que decir qué medio de pago (no real) me estoy refiriendo. 

 


 

27/05/2024

LAS TURBULENCIAS DE AIRE CLARO

 

Probablemente, después de leer el artículo explicativo que os dejo a continuación a alguno le recuerde al último capítulo de Clic, si es que lo ha leído, claro.

Hablo de un fenómeno físico, con conexiones químicas que es lo más cercano a la Teoría del Caos. No es de extrañar, porque voy a hablar de la atmósfera y sus condicionamientos de fluidos físicos y químicos y cómo se comportan.

Las turbulencias están de actualidad por el percance sufrido por un avión que volaba de Londres a Singapur hace unos días. Una de esas turbulencias de aire claro, que no están asociadas a ninguna tormenta, estuvo a punto de provocar una catástrofe, pero al final no hubo accidente fatal, pero sí heridos y un fallecido, por ataque cardiaco. Al final el avión pudo aterrizar.


Cada vez son más frecuentes este tipo de turbulencias inesperadas, que no registran los radares,  y se piensa que el cambio climático está detrás de este aumento del fenómeno de las turbulencias.

Afortunadamente la tecnología de los aviones puede solventar este peligro en vuelo, pero creando notable incomodidad y desasosiego en los pasajeros, además de considerables golpes si no se lleva el cinturón de seguridad abrochado.

Seguiremos viajando, y como decía el final de Clic: seguro que no pasa nada.

https://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2024/05/25/que-son-turbulencias-aire-claro-por-que-son-cada-vez-mas-frecuentes-1736445.html

 

25/05/2024

EL POZO DE LAS CALCOSAS

 

En un momento clave para el devenir del turismo en nuestro país y especialmente en las Islas Canarias y otros enclaves masificados, me atrevo a presentaros un lugar misterioso, escondido, diferente para hacer turismo.

Tenemos la ventaja de su difícil acceso. Aunque se trata de un pueblo perfectamente comunicado por carretera, pero está en la isla del Hierro, en Canarias. Y viajar hasta allí suele resultar caro, además de no disponer de una gran infraestructura hotelera (que la tiene) y de un transporte fluido. Es más, es imposible un vuelo directo desde la península.


Pues con esos inconvenientes, que restringen las avalanchas turísticas, me atrevo a recomendaros uno de los muchos rincones fabulosos de esta pequeña isla.

El Pozo de las calcosas es un pueblo, muy antiguo, tanto como singular. Está al pie de la costa. Claro que tiene un pozo. Aun así, uno de sus grandes atractivos es una piscina natural a pie de costa.

Os dejo un artículo muy completo, aunque con muchos errores de escritura (palabras juntas). Y también unas imágenes, a vista de dron, muy interesantes.

 

https://www.revistabinter.com/2021/10/10/pozo-de-las-calcosas-el-misterioso-escondite-digno-de-un-dios/

 

https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=3YXyJmiBojc

24/05/2024

COMER EL COCO II

 

HAS CRECIDO (A mi hija Raquel)                                           MARÍA ISABEL RUANO

Te has hecho mayor sin que el viento arrasara la gracia de tus rizos,

sin que las espigas secaran su esbeltez bajo tus pies descalzos,

sin que las olas dañaran la fragilidad de tu cuerpo.

Has crecido demasiado deprisa.

A penas retengo entre las manos los avatares de tu dicha

y el dolor de tus caídas.

Se enredan en la memoria los nudos del tiempo y del espacio

en esa extraña dimensión que la mente no puede abarcar

pero que dejan una profunda huella en el corazón.

Te has hecho mayor desterrando a los monstruos de los cuentos

en un rincón de la vieja estantería.

Derribando impasible al coco de las pesadillas y de la noche

que nunca pudo robarte el sueño,

poniendo lógica al sinsentido y análisis al sentir del corazón.

Has crecido y caminas segura entre piedras y arenisca,

cerezos y alisos, montañas y praderas, curvas peligrosas

que, con valentía, sabes solventar.

Desde el sosiego de la casa soleada, te esperan mis manos

siempre inquietas, los brazos abiertos, los recuerdos y el color,

la lucha contra el olvido y la íntima oración para tu protección.

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PARA PASAR LA TARDE                                                         JUANA DOMÍNGUEZ

Ramiro llevaba poco tiempo en la línea 1 de autobuses urbanos, de una ciudad pequeña. Ésta hervía, con las fiestas de su patrón. Las paradas llenas de viajeros, con ganas de pasar una tarde entretenida en la feria. Ese día cuando cerrará en la cochera, seguro que se iría derecho a la cama, el día había sido muy largo. En todos los viajes de ida, las incidencias con los ocupantes se iban acumulando.

A mitad de jornada, en la cabecera de línea, los acontecimientos fueron un caos que le desbordaron. Ya habían subido todos los pasajeros, la mayoría jubilados, que por supuesto tienen todo el derecho del mundo a disfrutar y divertirse, faltaría más. Ya iba a arrancar cuando llegó corriendo una señora agitando la mano para que aguardara, subió, y le pidió por favor que esperara un segundo, que venía con ella un matrimonio, que la mujer tenía dificultad para andar, y no podía correr.

-Señora, yo no puedo estar esperando a los usuarios tengo un servicio que dar, y un horario que cumplir, le contesto Ramiro.

En estas, llego el matrimonio que subió al bus, la enferma dio las gracias amablemente al conductor por esperarla, y Ramiro arrancó.

Ramiro rumiaba por lo bajo las ocurrencias de la gente. - se creen con derecho a cosas que no me competen ¡Que ganas tengo de que se termine mi turno!

En la siguiente parada la situación se complicó, ya había cerrado las puertas, después de subir los que esperaban en ella, una joven pedía que no avanzará, que por favor abriera la puerta, su padre estaba en la acera de enfrente esperándola. Le había llamado por la ventana pero el padre ni se inmutaba, no la veía ni la oía.

Ramiro abrió la puerta central, la joven bajó, y el consorte de esta se interpuso en la puerta para obligar a Ramiro a que no la cerrará. A todo esto, en el autobús ya no cabían más viajeros, el pasillo estaba atascado, y no había manera de moverse. Llegó la fémina con el padre, subió por la puerta que había salido, el compañero la libero para, que Ramiro pudiera cerrar y seguir. Y aquí sí que se enfadó.

Ramiro siguió hasta la siguiente parada, donde la multitud que esperaba ya no podían entrar. Paró el motor y como no podía salir de su silla de conducir, se giró buscando a la dama, y harto de tanto desatino le dijo, claro está, a voces.

 - El autobús no es ningún taxi,  no se puede parar un bus para esperar a nadie, y encima que se cuele por la puerta del centro.

Ramiro estaba desesperado, y con razón. Unos pasajeros que sí, otros que no. El marido de la joven que iba a poner una queja. Los que esperaban fuera, que hiciera el favor de abrir. En fin, todos comiéndole en coco.

Llegué a mi destino, bajé del bus y al arrancar este, vi que los ojos de Ramiro echaban chispas. Seguro que cuando terminó su turno, se fue caminando a su casa para no  cruzarse con ningún ocupante de aquel trayecto, a los que hubiera asesinado, con la mirada a unos y con las manos a otros.

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RALLADURA, DE LIMÓN AMARGO                                                   SANTIAGO J. MARTÍN

La luz dentro del túnel era algo pobre pero suficiente para poder distinguir cualquier vehículo que circulara por el mismo. Cierto es que la bicicleta tenía averiada la bombilla trasera y apenas alumbraba, en cualquier caso eso no era una justificación suficiente para el atropello.

La muchacha había sido arrollada por el rebufo del automóvil rojo al pasar velozmente junto a ella y no por un impacto directo, que no lo hubo. Circulaba sin casco protector ya que la normativa municipal permite alquilar las bicicletas municipales sin ese requisito de seguridad.

Su cabeza, al caer, golpeó con el bordillo y la valla protectora de la acera que se extiende a lo largo del subterráneo. Las heridas que presentaba parecían de consideración y por ellas sangraba abundantemente.

El coche paró bruscamente al ser consciente, la persona que lo conducía, del accidente que había provocado. No había ningún auto más en ese túnel de la calle Comercio, algo habitual a las 2 de la mañana.

Desde que era pequeña acostumbraba a llevar estadísticas infinitas e inútiles de casi todo lo que la rodeaba. Cuántas veces le besaba su madre al cabo del día, motocicletas blancas que se encontraba camino del colegio, número de ocasiones que tenía que detenerse los domingos cuando iba a misa, personas más altas que su hermano Víctor que se cruzaba en el centro de la ciudad.

Como se puede comprobar alguno de estos extremos era difícil de constatar o de llevar la cuenta, pero ella perseveraba, y siempre que podía, lo apuntaba en una libretita Guerrero de color verde. Realmente eran muchos cuadernos los que fue utilizando a lo largo de su vida, porque esa costumbre, ese hábito cercano al trastorno compulsivo, no paró jamás.

Ella pensaba que ese desarreglo de la atención, por exceso, claro, le llegó por vía genética, pero estaba confundida. Recordaba una anécdota de algunas mañanas, cuando acompañaba a su padre a comprar el periódico al quiosco, camino de sus clases.

-          ¿Qué le haces a los periódicos que parece que les faltan hojas?

Esa pregunta a Vicente, era como una liturgia que su padre ejecutaba ya fuera lunes o jueves, no sin antes sopesar brevemente el ejemplar entre sus manos. Tenía la facilidad de, solo comprobando el peso del diario, calcular con un estrecho margen de fallo, las páginas del Arriba.

-          Supongo que serán más baratos – le comentaba al quiosquero sarcásticamente.

Y el empleado, sin fallar al dardo habitual de su padre, le respondía con no menos ironía:

-          No, no, son más caros. Encima que tengo que estar quitando páginas y dejando solo lo que merece la pena. Ya sabe, don Eduardo, el tiempo es oro, hasta el mío.

Todo se zanjaba con risotadas mutuas y pullitas sobre los últimos resultados del Madrid y el Atleti.

Lo del cálculo rápido de su padre no se quedaba ahí, también tenía especial habilidad para adivinar la hora exacta, a pesar de no mirar a su Longines más de dos o tres veces a lo largo del día.

Pero lo de ella era otra cosa, una manía. No tenía la destreza de su padre en las mediciones, pero observaba, contaba, miraba, escudriñaba sin parar. Aquello no le dio para ser investigadora del CSIC, ni siquiera para estudiar una carrera, pero terminó siendo una secretaria experta en taquimecanografía, que requería de capacidades manifiestas relacionadas con la atención y la velocidad.

Con el paso del tiempo seguía siendo una obsesa de conteos inútiles. Daba igual si iba a pie, en coche o en bicicleta.

No dejó nunca los paseos con su Orbea, como ella la llamaba. Y contaba resuellos, niños o árboles. Aunque la verdad, ya no era la antigua bicicleta sin barra de los años 60, ahora tenía una magnífica mountain bike con 24 velocidades de marca americana y un monoplato ovalado resolutivo para las cuestas de Madrid y que le permitía no perderse un detalle nimio.

El túnel de la calle Comercio la volvía loca. Siempre que pasaba con su coche por él,  se encontraba otro vehículo: a su lado, de frente, delante, a su espalda. ¿Habría algún momento, en ese maldito túnel, en el que no circulara ningún automóvil, absolutamente ninguno?

Seguro que sí, pero no a las horas que ella acostumbraba a pasar por allí. Casi siempre a media mañana o a media tarde, cuando iba y venía al Retiro, al Museo del Prado, a la Residencia de Estudiantes, al Corte Inglés…

Pero la ocasión singular surgió una noche de junio, después de una cena de empleados jubilados del Congreso. Terminaron tarde y posiblemente con más alcohol encima de lo conveniente, pero nada que no permitiera comprobar si era posible circular por aquel dichoso subterráneo, que salvaba las vías del Cercanías, sin que ningún coche pasara por allí. Bueno, ninguno excepto su Golf rojo.

Estaba ya a punto de hacerse realidad el hito estadístico, ningún vehículo por ningún lado, cuando tuvo que aparecer esa bici fantasma. Frenó de golpe, pensó en bajarse, pensó en marcharse rápido de allí. Fue un segundo de indecisión. Ningún otro coche era testigo de lo sucedido. Hasta que finalmente hizo lo que tenía que hacer.

 

23/05/2024

CERCA DE DESVELAR EL ENIGMA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LAS PIRÁMIDES

 

El tema de la construcción de las pirámides de Egipto parece eterno. Siempre hay cosas que no se saben, a pesar de todo lo que se ha ido averiguando, sobre todo en los últimos años usando nueva tecnología arqueológica.

Y de eso va el artículo que abajo os paso, de nuevas tecnologías para desvelar enigmas. Parece que estamos cerca de establecer una hipótesis de por qué se construyeron casi todas las pirámides en una franja desértica tan inhóspita y tan alejada de vías de transporte y comunicación.


La clave estaba en un canal del Nilo que desde hace mucho no está habilitado, pero que miles de años atrás fue usado para el transporte de los grandes bloques de piedras.

No tiene desperdicio este estudio de la Universidad de Carolina del Norte. Espero que podáis abrir el artículo y que el espíritu de ningún faraón puñetero se cruce en vuestro camino.

 

https://www.cronista.com/espana/actualidad-es/hallazgo-arqueologico-develan-el-enigma-sobre-como-construyeron-las-piramides-de-egipto-107/

22/05/2024

LA ESTRATEGIA DE LA LAGARTIJA

 

Muchos ya sabéis que tengo, más o menos, pasión por los reptiles. No llego al punto de adoptarlos como mascotas, pero sí que les admiro absolutamente.

Y la lagartija, por cercanía, es uno de mis preferidos. Hoy la traigo yo a primera plana en esta sección del blog.


Resulta que llevan ya unos años en la Universidad Politécnica de Valencia ensayando con estrategias en la construcción de edificios que sean útiles para resistir grandes adversidades climáticas o seísmos.

Aquí os dejo la explicación de este trabajo, que también han publicado en la revista Nature. La clave arquitectónica del éxito reside, como tantas veces, en emular a la naturaleza.  Y la particularidad de la lagartija de desprenderse de su rabo cuando está en situación de peligro extremo es clave en este proyecto de construcción valenciano.

https://elpais.com/ciencia/2024-05-15/la-estrategia-de-la-lagartija-inspira-un-sistema-para-construir-edificios-a-prueba-de-colapso.html


SOLUCIÓN AL CONCURSO

Enhorabuena Juana. Efectivamente, pensar en las musarañas y estar en Babia son expresiones bastante similares, usadas para dar a entender que alguien está algo más que distraído.

Babia es una región leonesa, con paisajes muy interesantes. En el concurso de hoy también hubiera valida la respuesta de Las Batuecas, ya que estar pensando en Las Batuecas es una expresión similar a las otras dos. Esta región está en Salamanca, cerca de las Hurdes, por lo tanto, también en Castilla y León.

Buen intento de Rosa, que nos ha descubierto unos hallazgos interesantísimos en Atapuerca, aunque esta vez no iba por ahí la pregunta del concurso.

21/05/2024

ADIOS A LAS MONEDAS DE LOS CARRITOS DE LOS SÚPER

Ya hay grandes superficies en las que no es necesario introducir una moneda para poder coger el carro de compra. Hay dispositivos de bloqueo de ruedas cuando se intenta sacar el dispositivo del lugar.

 De todas formas, seguía sin ser eficaz. No es difícil para los ladrones de carros llevarse el susodicho montándolo en coche.

 También los hay que tienen un GPS para poder hacer un seguimiento en caso de robo, y al final no es del todo efectivo tampoco.


 Se ha pensado una cosa mejor, pero que obliga a tener un teléfono móvil. Consiste en aplicar la tecnología de Comunicación de Campo Cercano. Que es la misma que se usa para pagar con reloj inteligente o móvil al hacer nuestra compra.

 En este artículo que aquí te dejo lo explican bien. Son los tiempos que llegan inexorablemente. El juego que me habría dado un carro de estos para un relato de mi libro Clic (que la presentación es mañana, recuerdo).  

https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2024-01-23/adios-carritos-supermer-asi-seran-ahora_3816211/


20/05/2024

AURORAS BOREALES EN ESPAÑA

Si escuchamos la palabra aurora boreal rápidamente nuestro cerebro lo asocia al norte de Europa, aunque no sepamos muy bien por qué.

Y acierta la materia gris. La clave es saber qué es una aurora boreal y cómo se produce. Yo os dejo un artículo buenísimo al respecto, pero para que os den ganas de leerlo os adelanto algunas cosillas.

Lo primero, contaros que se trata de un fenómeno físico químico, con el sol como protagonista principal y los gases de la Tierra como socio imprescindible.

En el sol hay muchísima actividad nuclear y fruto de ella cantidad de partículas viajan por el espacio. Cuando llegan por aquí contactan con átomos de gases de nuestra atmósfera y se producen las hermosas auroras boreales.



Ese fenómeno también tiene un componente magnético importante (esperemos que no se entere Miguel Bosé) y el cinturón protector antimagnético terrestre es más fuerte en el ecuador que en los polos. Por eso se ven con frecuencia en otras latitudes, alejadas del centro de la esfera terrestre. El frío también suma (en capas altas, claro).

Entonces ahora nos surge la duda de saber las razones que permiten ver esas auroras en latitudes como la Península Ibérica. Pues si queréis saberlo, no vais a tener más remedio que leer el artículo que os paso a continuación. Es ameno y muy sencillo. Felices luces mágicas.

https://www.lavanguardia.com/natural/20240516/9648024/motivo-viendo-tantas-auroras-boreales-espana-pmv.html

17/05/2024

COMER EL COCO I

 

LA SEÑORA BERNAL                                                              MANUEL GIL

 

Vale. No voy a negar que soy un poco tiquismiquis. Le doy vueltas a las cosas, las analizo. Sí y, como dice mi amigo Oscar, me como el coco.

 

Todo cierto, pero no es para menos. Pienso que las cosas no surgen porque sí, y ya está. Lo que le pasa a uno es por algo. Y lo de la señora Bernal ha sido muy fuerte.

 

Me dedico conseguir que los ricos, los que tienen mucha, pero mucha pasta, se ahorren impuestos. Hago ingeniería contable. Camino a veces por el borde mismo de la legalidad y, como soy muy bueno, que todo hay que decirlo, consigo unos ahorros muy considerable a mis clientes en su contribución al erario público, a las arcas del estado. Que si fundación por aquí, que si inversión imprevista por allá.

 

A mi me pagan bien, pero la diferencia entre la guita que se queda entre sus manos y lo que gano yo, es como poco, obscena.

 

Y claro, luego está la traición a mi conciencia de clase. Que uno viene de una familia trabajadora, a la que le costó mogollón que su hijo estudiara y que le influyó en su visión progresista e izquierdosa de la vida. Todo lo que estos millonarios dejan de pagar en lo que debería ser su justa contribución a la sociedad, va en detrimento de los que en realidad han sido siempre los míos. Servida pues la contradicción y las comeduras de coco.

 

Cuando tuve la primera cita con la señora Bernal, empresaria de una cadena de cosméticos, quedé bastante impactado. Es una mujer madura, pero una real hembra. Una expresión que me recriminaría mi amigo Oscar por, según él, tener tufo machista.

 

Quería conocer los distintos caminos a tomar para el ahorro de impuestos. Los detalles los vería después con su departamento financiero.

 

Casi todo el tiempo estuvimos solos. Y no os lo vais a creer, pero se formó una corriente muy interesante, yo diría que prometedora entre la dama y yo; palabras con cierto doble sentido, miradas, cómplices…

 

Cuando mejor estábamos se nos unió uno de sus contables. Un tipo con rostro alargado y mirada ladina, que fastidió el buen ambiente.

 

Sentado frente a ellos dos, percibí que ella, de vez en cuando, deslizaba una sonrisa.

El culmen llegó cuando sentí que su pie, que no podía ver por debajo de la mesa, se posaba sobre el mío y subía por mi pantalón hacía arriba.

 

No volvimos a estar solos, cosa que lamenté, pero nos quedaban varias reuniones y eso, me esperanzaba sobremanera. 

 

               - Tío, ¿No será una de tus comidas de coco?

Me decía Oscar.

                - Que tú tienes mucha tendencia a montarte películas.

 

                - No, joder, que ha sido todo como te cuento. Y me gusta. De aquí va  a salir algo.

 

En la siguiente reunión, empezamos con el repaso a uno de los planes propuestos. Su contable estaba presente.

 

               -Ya me ha puesto Edelmiro al corriente, así que señor Méndez vamos a explorar las otras posibilidades, que tenemos. - dijo ella.

 

La encontré distinta, más seria. Tendrá un mal día pensé. No establecía contacto visual conmigo y me tenía un poco desconcertado, pero lo achaqué a la presencia del tal Edelmiro.

Este salió un momento a por documentación y aproveché para sonreírle abiertamente y estirar mi pierna hasta que mi pie se posó sobre el suyo.

 

              - Señor Mendez ¿Está pasando lo que yo creo que está pasando?

 

Dijo, con mirada fulminante, hasta el tono de la voz tenía un eco cortante y frío. Iba a contestar, pero llegó Edelmiro con otro ayudante y todo quedó ahí.

 

            - ¡Joder Oscar!, Esta tía es bipolar o algo así, o eso o es que tiene ganas de reírse de mí, o es una calientapollas de mucho cuidado.

 

            - No seas basto tío, y esa expresión es de machirulo. Si ha tenido ganas de coqueteo un día y al otro no las tiene, pues te vas a tener que joder. No te comas el coco.

 

 Estaba esperando en el despacho para la reunión donde íbamos a decidir el rumbo que le íbamos a dar a los dineros. Yo estaba expectante y medio cabreado por lo ocurrido el último día.

 

Se abrió la puerta y entró Edelmiro que precedía a la señora Bernal. Pero… mis ojos no daban crédito, ¡Había dos señoras Bernal! Idénticas, y menos mal que habían tenido el detalle de vestirse diferente ¡Claro, en la chapa identificativa solo rezaba Sra. Bernal, en las dos! ¡Gemelas! era evidente. Nadie me había dicho nada al respecto.

 

           - Mira Oscar, sin reponerme de la sorpresa, nos sentamos. Empezamos a hablar de los planes financieros, de empresas pantalla y de toda esa mierda. Y de pronto siento que un pie se posa sobre el mío, Miré al frente y no percibí en las Bernal ni un gesto. El único que tenía una sonrisa casi imperceptible era el ladino ese del Edelmiro.

 

           - No jodas Mateo. Te estás comiendo el coco

 

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UNA GUERRA POR CUBRIR                                       ARACELI DEL PICO

     Desde niña tuve muy claro, cual era mi vocación. Quería ser periodista. Me apasionaba el mundo de las letras y estaba segura que en ese campo podía tener un futuro casi brillante. Sueños de jovencita romántica que con todas las ilusiones por estrenar, forjaba un mundo a su manera y veía en “negrita” su nombre al principio de una columna de la primera página del periódico de más tirada del momento. Y porque no? Dispuestos a soñar a lo grande.

     Y claro que sí. Me formé en la Facultad de Ciencias de la información y pronto obtuve mi título, no con poco esfuerzo. No servía una buena nota, éramos muchos los aspirantes, Tenía que ser de sobresaliente para arriba.

 

     Conseguido el objetivo, comencé a comerme el coco, tratando de buscar la rama que más me importaba y donde mi trabajo pudiera ser de más utilidad. Quería ser corresponsal de guerra. Y ahí sí que empezó la guerra para mí. La guerra con la familia.

     Cuando expuse el plan en casa, mis padres, sobre todo mi madre, empezó a llorar sin consuelo, diciendo que no había tenido una hija para que fuera al frente, donde ya en  nuestra guerra civil, le habían matado a dos hermanos. Con mimo infinito y la paciencia de Job a mis espaldas, traté de hacerles entrar en razón.

-          Pero mamá, papá (él callado y con los ojos a punto de soltar el trapo) no podéis entender que es mi vocación, que me he dejado las pestañas durante horas, para conseguir esto? Y una vez conseguido, lo lógico y normal es que busque la línea a seguir que me interesa?

-          Y porque no te dedicas a la moda, la prensa del corazón… que se yo, algo más propio de tu naturaleza, que ir a la guerra como un marimacho?.

 

        Salí dando un portazo, mientras oía decir a mi padre:

-          Ahora sí que la has jodido Mary Paz.

 

       Ahí sí que salió mi naturaleza reivindicativa y la firme decisión de que a poco que pudiera, sería corresponsal de guerra. Y si era posible la de los Balkanes, tan cruel y tan triste por aquel 1992. No dormía. Daba vueltas al coco una y otra vez. Mientras hablaba con otros compañeros de promoción exponiendo mis dudas, deseos, emociones…

 

      En aquel 1992, yo mantenía otra guerra interior conmigo misma. Se llamaba Claudio y nos habíamos conocido en la Facultad. Me gustaba a rabiar y estaba ennoviado con otra compañera. Entre ellos no había promesa de matrimonio, pero era un noviazgo serio. Y Claudio, más tierno que la fruta de su nombre un picaflor que coqueteaba con cualquier cosa que llevara falda o pantalones ajustados. Vamos con todo lo que se ponía por delante. Y yo mira por donde me puse.

     Entré en el periódico El País por méritos propios, hacía todo aquello que me pedían y parece según podía comprobar, que todo bastante bien. Y ahí solicité mi plaza como corresponsal de guerra, para los Balkanes. No podía ser. Esa plaza la cubría el Sr. Pérez Reverte, quien ya tenía relevancia en los artículos que mandaba. Podía ir al conflicto del Líbano. El periodista que cubría aquella plaza había sido herido levemente. Menuda carta de presentación. Pero acepté.

En tres días estaría allí.

      Entre tanto y antes de partir al Líbano el coqueteo con Claudio continuaba y aumentaba. Casi descaradamente. Total si pronto iba a estar en el meollo del conflicto había que aprovechar las dulzuras que la vida pone al alcance tu piel. Y mi piel se erizaba cada vez que Claudio me ponía la mano encima o debajo de la falda. Vamos continuamente.

     Y la noticia llegó a oídos de la novia oficial de turno, Antonia.  ¡Oye y que mal se lo tomó¡ Tal mal, que se montó en su 600. Me esperó a la salida de la redacción y no falló la diana. Volé alto, pero que bien alto.

     Y aquí me tenéis redactando mi crónica personal a través de un amigo , desde una luminosa habitación del Hospital DOCE DE OCTUBRE, donde me ingresaron después del atropello. Según me han dicho, no tengo un hueso sano. Parezco una momia cubierta de vendas por todo el cuerpo. Y la cabeza igualito, salvo un ojo y la boca por donde a través de un tubo me dan el líquido alimento. Las piernas colgadas y los brazos enyesados como un crucifijo. Mi madre viene a verme a diario y en cuento entra, me suelta:

-          Hija por dios, que suerte tuviste con este atropello.    

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UN RECUERDO DE INFANCIA                                                    ANTONIO LLOP

Enrique era un niño de mi colegio. Delgado, temblón y con tics que deformaban de vez en cuando su cara. Tenía el pecho de pollo y las piernas huesudas.

Su intento de salto del potro era todo un espectáculo. Tomaba carrerilla y corría con decisión hasta el botador, lo pisaba con gran ruido y apoyaba sus manos en el lomo del aparato, pero su impulso solo le servía para elevar el culo de forma exagerada y, sin abrir las piernas, caer de nuevo sobre la tabla de bote. La repetición de los intentos a la que le obligaba el profesor solo servía para provocar la hilaridad de todos cada vez que ponía el culo en pompa.

La risa continuaba en clase cuando, al escribir en la pizarra, rompía la tiza constantemente por apoyarla con excesiva fuerza. Y cuando contestaba a las preguntas del profesor con voz de pito, marcando exageradamente las “eses”. Le apodábamos: “Enrique, el nervioso”.

Los niños éramos inmisericordes cuando alguien era diferente, pero a mí me daba pena ese compañero. Así que cuando empezó el siguiente curso y vi que le habían dejado solo en un pupitre dual, sin dudarlo ocupé el asiento de al lado.

Unos días después me enseñó un cuaderno. Era semejante al que todos teníamos en clase, pero aparentaba el doble de grosor porque sus hojas estaban alabeadas debido a que su letra abigarrada estaba hecha con fuerte presión del bolígrafo sobre el papel. Según las pasaba, Enrique me explicaba el contenido de lo escrito:

“Aquí demuestro que Hitler no murió en el bunker de la cancillería….” “Aquí defiendo que las figuras que se ven desde el aire en las explanadas de Nazca en Perú fueron hechas por extraterrestres”... Y así me fue comentando todos los epígrafes, donde no faltaban dibujos de seres extraños y platillos volantes. Ante él ponderé su imaginación, pero para mí pensé que no es que ese niño fuera diferente, sino que estaba loco.

Solo coincidí dos cursos con Enrique, al final de los cuales me di cuenta de que mi intento de evitar su aislamiento solo había servido para que nos marginaran a los dos.

Pasó el tiempo y, junto a tantas cosas de mi adolescencia, olvidé a Enrique. Debía tener veintitantos años cuando un día cayó en mis manos un ejemplar del famoso libro de Erick von Daniken: “Recuerdos del futuro”. Al leer sus teorías sobre la presencia de los extraterrestres en la cultura preincaica, me vino a la mente el cuaderno castigado por el bolígrafo del chico aquel de mi colegio, que contenía afirmaciones parecidas. Por curiosidad, miré la fecha de la primera edición del libro y me quedé estupefacto al comprobar que era posterior a lo que Enrique me reveló en clase. Sonreí con la posibilidad de que el escritor suizo hubiera plagiado a mi compañero.

No volví a acordarme de aquel chico hasta que, muchos años después, vi en la televisión un programa de Cuarto Milenio. Iker Jiménez presentaba a un tal Enrique de Vicente, director de una Revista titulada Año/Cero, especializada en temas esotéricos. En la pantalla apareció un hombre con el pelo ralo, barbita de chivo y lentes en mitad del tabique nasal. Replegado sobre sí mismo en una silla, empezó a hablar de forma sibilante, como mi antiguo compañero.

Empecé a obsesionarme con que si ese tertuliano era o no la misma persona que conocí en mi adolescencia. Le daba vueltas a la cabeza comparando sus rasgos con los que recordaba de él. Se lo comenté a alguno de mis amigos más íntimos quienes me aconsejaron que no me comiera más el coco.

-No te rayes, tío –me dijo mi amigo Pepe-. A lo mejor algún día te surge la oportunidad.

Y así fue. Ese año, paseando por la Feria del Libro de pronto escuché por los altavoces que en una de las casetas Enrique de Vicente firmaba ejemplares de su último libro. Cuando llegué a la caseta indicada, mi primera intención fue presentarme directamente, pero mi pudor superó a mi curiosidad. Así que compré el libro y guardé la cola para recoger el autógrafo del autor. Esperaba que quizás fuera él quien me reconociera.

-¿Cómo se llama usted? – me preguntó con gesto serio cuando llegó mi turno.

Abrí una amplia sonrisa y contesté:

-Enrique, soy Antonio, Antonio Llop.

Creí que con mi gesto cómplice y diciendo mi apellido, nada común en Madrid, él evocaría aquel pasaje de su niñez; que después de un momento de reflexión me preguntaría: “¿Usted y yo no nos conocemos?”; que yo respondería con el nombre de nuestro colegio; que él recordaría la marginación a la que le sometíamos; que ponderaría mi apoyo a su persona, y que me abrazaría en señal de agradecimiento.

Cuando volví de mi ensoñación me encontré con la mirada del autor algo extraviada. Entonces me di cuenta de que ya no me miraba a mí, sino a la persona que iba detrás en la cola para extenderle el correspondiente autógrafo. Azorado, me retiré sin decir palabra. Aún me aferré a que en la dedicatoria hubiese cifrado algún mensaje especial. Abrí la tapa del ejemplar. En el espacio en blanco de la página había escrito: “Para Antonio. Espero que le guste”. Una dedicatoria convencional.

En definitiva, no me había reconocido. Pero, yo a él, sí; y esta vez sin ninguna duda. Su letra furiosa casi había taladrado la primera hoja del libro.

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EL COCOTERO SOBRERO                                                      CARLOS BORT

 

A veces me vuelvo loco

con guateques tropicales:

chachachá, bolero, tango,

papaya, guayaba, mango...

Salvo días excepcionales,

nunca se comen el coco.